Marisa y Chabela son dos amigas que pertenecen a la clase alta peruana. Están casadas con unos maridos estupendos y prósperos pero, digamos, se aburren un poco así que se lían las dos. Sucede en le primer capítulo, así que no fastidio nada.
Realmente la fama que tiene el libro de erótico no es muy justa, y los pasajes relacionados con encuentros sexuales son lo peor de la obra: confundiendo sus lenguas, intercambiado sus salivas,... Vargas Llosa puede hacerlo mejor. Sin embargo, la verdadera trama del libro sí está bien narrada y es, a mi parecer, mucho más interesante.
El marido de Marisa, Enrique, está siendo chantajeado por un tan Rolando Garro, director de una revista de cotilleos, Destapes. El motivo del chantaje no es necesario contarlo, pero sí que la revista está apoyada por el gobierno de Fujimori, que la utiliza para desprestigiar a opositores. Aparece así el tema del poder de la prensa, de los excesos en el uso del mismo, de como el chantajista se pasa de listo, de como las clases pudientes se defienden (Enrique es ayudado por Luciano, abogado y marido de Chabela) y los pobres, como el fotógrafo Ceferino, la redactora conocida como la Retaquita, o el humorista Juan Peineta, viven atemorizados, con la certeza de ser, o poder convertirse en cualquier momento, en daños colaterales.
¿Podrá el periodismo salvarse? ¿Podrá ser independiente?
No es el mejor libro de Vargas Llosa pero se deja leer. Es ameno, divertido e intrigante. También me parece interesante para reflexionar sobre el papel de los medios de comunicación.
Edad: creo que a partir de 15 se puede leer.
No era para menos, porque si a su jefecito lo habían destrozado así, qué le harían al autor de esas fotos. Mejor avisarle para que desapareciera por un tiempo, segurísimo que lo estaban buscando. Pero ni sabía la dirección de Ceferino ni tenía su celular para prevenirlo. Por lo demás, la Retaquita no pensaba asomar mañana por las oficinas de Destapes. Ni loca que estuviera. No pondría los pies allí por un buen tiempo. Además, quién sabía si la revista iba a sobrevivir; claro que no, desaparecería igual que el podre Garro. ¿Estaría en peligro ella también? Trató de razonar fríamente. Si, sin la menos duda. Todo el mundo sabía que desde hacía tiempo ella era el brazo derecho de su jefe, que la Retaquita era la redactora estrella de Destapes. Y aunque el mismo Rolando había escrito el reportaje que acompañaba las fotos del millonario, ella había conseguido buena parte de la información y la firmaba junto al jefe, de modo que estaba comprometida.
"En qué líos me has metido, jefecito", dijo en voz alta. Tenía miedo.
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