En el año 9177 los habitantes útiles para la sociedad viven en un gran edificio donde reina el orden, mientras que el resto, los parados, sobreviven en una especie de campamento para pobres.
Un día, Jose María, uno de los parados, decide entrar en el edificio para vender limonada. Este atrevimiento pondrá en riesgo el equilibrio social, pues los parados han de mantenerse así para asegurarlo; igual que hay dos barberos, dos policías, tres marineros, un rey, un alcalde, una secretaria del alcalde... Esta última, Méndez, mujer de encantos destacables, será la tentación de José María y de Galbarriato, su gran amigo.
El universo de Cuerda vuelve a brillar tras la locura de Amanece que no es poco. En este caso la trama tiene un componente más social, pero siempre revestido de humor, surrealismo, candidez y una pizquita de amargura.
Libro muy recomendable. A partir de 16 años o adultos.
Extensión: 137 páginas.
La película es bastante fiel al libro, pero más políticamente correcta. Puedes ver el tráiler:
Fragmento:
Méndez es una muchacha muy atractiva. Parece que nació, sonríe, se nutre, se viste y se desnuda aposta. Pasea ahora, como si fuera una modelo, ante los ojos inquisitivos de José María el Robusto. Eufemiano, el conserje, que ocupa su puesto tras el mostradorcillo que preside la entrada del Edificio Mundial, observa con fingida indiferencia.
Después de que la muchacha haya hecho dos o tres viajes ante las narices de José María, se interesa por ella. Le dice a Eufemiano. En voz baja:
- Y esta muchacha ¿quién es?
- La secretaria del alcalde.
- ¿Y por qué se pasea así?
- Porque se lo ha dicho su jefe.
- Le ha dicho el alcalde que se pasee así?
- Cállate ya y mírala.
José María sigue las evoluciones de Méndez, la secretaria. Y ella sonríe. José María baja más la voz:
- Y, ¿por qué me sonríe?
- Joder, qué preguntón eres. Porque también se lo ha dicho el alcalde.
Antes de que José María vuelva a preguntarle:
- El alcalde le ha dicho que se pasee un rato delante de ti, que te excite y, luego, que te haga una proposición.
- ¿Si?
Eufemiano asiente con la cabeza. José María redobla su interés.
- Vamos a ver.
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