miércoles, 12 de septiembre de 2018

En las nubes (McEwan, Ian)

Peter Fortune es un niño de diez años que no se acaba de encontrar cómodo con la realidad. No es que le suceda nada extraño, es que es despistado y vive en un mundo de fantasía. 
El libro tiene una introducción seguida de siete aventuras que se pueden leer como cuentos independientes. En la última, el niño da paso al adulto y en sus fantasías ya entra el amor. 
Las aventuras de Peter son variadas: lucha contra una muñeca mutilada (Las muñecas); se intercambia el cuerpo con su gato (El gato); encuentra una crema que hace desparecer a su familia (La crema disolvente); se enfrenta a un matón del colegio (El matón); intenta pillar a un ladrón que hace sus fechorías en el vecindario (El ladrón); odia al bebé de su tía hasta que se da cuenta de que el pobre niño podría ser él (El bebé) y, se descubre en el mundo de adultos (El adulto). 

Es un libro magnífico, lleno de fantasía y de humor.
Muy recomendable para todas las edades.

Fragmento
Peter volvió en sí y abrió los ojos. La ventana abierta llenó su campo de visión. Podía ver el extremo de una escalera de aluminio apoyada contra el alféizar de la ventana, y una mano, una mano vieja y arrugada, seguida de otra, cogiéndose a la repisa. Peter se hundió entre las almohadas. Estaba demasiado aterrorizado para recordar sus planes cuidadosamente trazados. Todo cuanto podía hacer era mirar. Una cabeza y unos hombros aparecieron en el marco de la ventana. La cara estaba oculta por un chal de cuadros y un ajustado gorro negro. La figura se quedó inmóvil un momento, contemplando la habitación sin ver a Peter. A continuación, empezó a entrar por la ventana con irritados gruñidos y murmullos de "¡Maldita cosa estúpida!" hasta que estuvo dentro, inspeccionando la habitación, sin percatarse todavía de la presencia de Peter, que permanecía tan inmóvil que debía de parecer parte del dibujo de la colcha. 
El ladrón buscó en un bolsillo, sacó un par de guantes negros y se los puso rápidamente. Luego se apartó el chal y se echó para atrás el gorro. Pero no era en absoluto un ladrón. Peter no pudo contenerse. Soltó un grito de asombro. El ladrón lo miró fijamente sin sorpresa. 


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