miércoles, 4 de julio de 2018

La pista de hielo (Roberto Bolaño)

Enric Rosquelles trabaja en el ayuntamiento de Z, cerca de Barcelona. Es un político trabajador y diligente. Aunque poco agraciado físicamente, confía en sus dotes para seducir a la bella Nuria, una patinadora profesional que ha perdido una beca por lo que se siente bastante deprimida. 
Remo Morán es un chileno asentado en Z. Está divorciado de Lola, la asistente social Z, y tienen un hijo. Enric Rosquelles no soporta a Remo Morán por diversos motivos a los que se suma que Remo Morán y Nuria acabarán conociéndose. 
Gaspar Heredia es un mexicano que trabaja en un camping gestionado por Remo Morán. Rara vez cumple su turno de trabajo pues vive obsesionado con Caridad, a la que persigue por la ciudad. 
Caridad es una pobre chica con mala salud que va por ahí blandiendo un cuchillo. Vive al amparo de Carmen, una excantante que lleva una vida marginal en la que se junta con otros personajes como el Recluta. 
... un edificio abandonado, una pista de hielo, un cadáver...

Un magnífico libro en el que las voces de los tres protagonistas masculinos van formando un mosaico plagado de flashbaks (o analepsis), a través de los cuales conocemos el pasado de los personajes y algún flasforward (o prolepsis) que acrecienta el suspense. 

Es una de las novelas cortas del autor y, desde mi punto de vista, una obra muy ¡pero que muy! recomendable. 

Se puede leer a cualquier edad. Pongo 15 años por poner algo. 

Fragmento: 
REMO MORÁN: 
Un día Rosquelles vio la bicicleta de Nuria en la calle

Un día Rosquelles vio la bicicleta de Nuria en la calle, frente al Del Mar, y decidió entrar y averiguar qué ocurría. Para su sorpresa encontró a Nuria sentada en la barra, tomando un agua mineral junto a mí. Hasta ese día yo no sospechaba que entre ellos hubiera alguna relación y la situación que se produjo fue, por decir lo menos, embarazosa: Rosquelles me saludó con una mezcla de odio y desconfianza; Nuria saludó a Rosquelles con una impaciencia bajo la cual se adivinaba un poquito de felicidad; y yo, pillado de improviso, tardé en comprender que el maldito gordinflón nada quería de mí sino que venía en rescate de su ángel rubio. Turbado por su presencia, no supe qué hacer ni qué decir, al menos durante los segundos iniciales, que Rosquelles aprovechó para tomar las riendas de la situación. Con una sonrisa de puerco preguntó por la salud de mi hijo, como dando a entender que este estaba enfermo mientras su padre se divertía, y por la pobre madre, una "mártir infatigable" en pro del bienestar de los marginados. Nuria y yo nunca habíamos hablado de Lola, y las palabras del gordo atrajeron su atención de inmediato. Pero Rosquelles iba lanzado e intercaló sus preguntas con risitas y con algunos apartes a Nuria, del estilo qué haces tú aquí, pero qué sorpresa encontrarte, creí que te habían robado la bicicleta, etcétera, dichos con una voz tan impostada que en el fondo sólo producía pena...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Volver (Jaime Gil de Biedma)

  Después de mucho tiempo vuelvo a leer este libro de Gil de Biedma: representante indispensable de la llamada Generación de los 50. Algunos...